En una sentencia histórica, el juez Amit P. Mehta, del Tribunal de Distrito de EE.UU., concluyó que Google ha actuado como un monopolista y ha utilizado su poder de monopolio para establecer precios supracompetitivos en los anuncios de texto de búsqueda. En el documento, publicado ayer, la corte concluye que los acuerdos de distribución de Google son exclusivos y tienen efectos anticompetitivos, y que la empresa no ha proporcionado justificaciones procompetitivas válidas para estos acuerdos. “Google es un monopolista, y ha actuado para mantener su monopolio”, explica el juez.
El juez también señaló que Google ha ejercido su poder de monopolio al mantener acuerdos que restringen a sus socios de preinstalar motores de búsqueda competidores en dispositivos móviles y navegadores, lo cual ha limitado significativamente las opciones de los consumidores y ha impedido la competencia en el mercado.
En la sección VI de la sentencia, titulada “Los acuerdos relevantes”, se abordan los diferentes acuerdos de distribución que Google ha utilizado para asegurar su posición como el motor de búsqueda predeterminado en diversos dispositivos y navegadores.
Según el documento, en 2021, Google pagó más de 26 mil millones de dólares para asegurar sus acuerdos de distribución. Estos pagos se calculan generalmente como un porcentaje de los ingresos publicitarios que Google genera a través de las consultas realizadas mediante los puntos de acceso de búsqueda predeterminados en diversos dispositivos y navegadores.
De acuerdo con la sentencia, estos acuerdos de participación en ingresos son una parte crucial de la estrategia de Google para mantener su posición como el motor de búsqueda predeterminado en los navegadores y dispositivos de gran alcance, como los de Apple y diversos dispositivos Android.
El tribunal concluyó que Google violó la Sección 2 de la Ley Sherman al actuar como un monopolista y mantener su monopolio en los mercados de servicios de búsqueda general y anuncios de texto en búsqueda general. Sin embargo, por el momento, el tribunal no ha impuesto sanciones monetarias directas a Google por estas violaciones.
El tribunal primero se ha encargado de abordar si Google era responsable de violar las leyes antimonopolio. Tras esta determinación, el tribunal se centrará en qué remedios serán apropiados para corregir los efectos anticompetitivos de las prácticas de Google. En cualquier caso, en lugar de imponer sanciones monetarias inmediatas, es probable que el tribunal se concentre en ordenar cambios estructurales o conductuales en la manera en que Google opera. Esto podría incluir modificar o restringir los acuerdos de distribución exclusivos que Google ha utilizado para mantener su posición dominante.
Por otra parte, al margen de las actitudes monopolísticas, otro de los aspectos más llamativos del caso se centró en la eliminación de algunos chats internos de los empleados relacionados con la investigación, en lo que ha sido visto por la acusación como una posible destrucción de pruebas. La parte demandante argumentó que estos mensajes podían contener pruebas relevantes para el caso antimonopolio pero el tribunal decidió no imponer sanciones basándose en que la conducta de Google en relación con los mensajes de chat ni tuvo un impacto directo en el caso ni habría afectado la capacidad del tribunal para tomar una decisión informada sobre las violaciones antimonopolio.
Hace años, muchos años, que Google recibe acusaciones por prácticas monopolísticas relacionadas con distintas áreas de su inmenso y muy diverso negocio. Relacionadas con Android, su tienda de aplicaciones, con Shopping… en algunos casos estas acusaciones se han plasmado en investigaciones formales, y en algunos casos esas investigaciones formales han derivado en una sanción económica.
Por poner un ejemplo: en junio de 2017 la Comisión Europea multó a Google por dar ventajas “ilegales” a su propio servicio de comparación Google Shopping cuando los usuarios utilizaban su motor de búsqueda. De acuerdo a la Comisión, la compañía otorgaba un lugar prominente a su servicio, de manera que cuando un internauta inicia una búsqueda de un producto en Google, los resultados de Google Shopping aparecen más cercanos a los resultados de la consulta. Aquella multa alcanzaría una cifra récord (por aquel entonces) de 2.420 millones de euros.
Por supuesto, desde entonces estos conflictos judiciales han seguido apareciendo, tanto en Estados Unidos, como en otros países, o en la propia Unión Europea. Es evidente que Google ha crecido mucho desde que Brin y Page lo lanzaron allá por 1998, que ha llegado a extender sus tentáculos a una diversidad impensable de negocios digitales y que, a veces, sus actuaciones no han favorecido la competencia. La amenaza de romper Google en distintas divisiones independientes lleva años presente, y nunca ha llegado a realizarse.
Por ahora.
¿Será este el momento?
Imagen: GPT Plus
Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *
Δ